domingo, 20 de mayo de 2012

Brisa Marina (Stéphane Mallarmé)


Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.
¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan
entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,
ni los viejos jardines que los ojos reflejan,
ni la madre que, amante, da leche a su criatura,
ni la luz que en la noche mi lámpara difunde
sobre el papel en blanco que defiende su albura
retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.
¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega
y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!
Un tedio, desolado por la esperanza ciega,
confía en el supremo adiós de los pañuelos.
Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza
sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,
sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza...
Corazón, oye cómo cantan los marineros!


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domingo, 13 de mayo de 2012

Aparición (Stéphane Mallarmé)


La luna se entristecía. Serafines llorando
sueñan, el arquillo en los dedos, en la calma de las flores
vaporosas, sacaban de las lánguidas violas
blancos sollozos resbalando por el azul de las corolas,

Era el día bendito de tu primer beso.
Mi ensueño que se complace en martirizarme
se embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza
Que incluso sin pena y sin disgusto deja
el recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido.

Vagaba, pues, con la mirada fija en el viejo enlosado,
cuando con el sol en los cabellos, en la calle
y en la tarde, tú te me apareciste sonriente,
y yo creí ver el hada del brillante sombrero,
que otrora aparecía en mis sueños de niño
mimado, dejando siempre, de sus manos mal cerradas,
cien blancos ramilletes de estrellas perfumadas



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sábado, 12 de mayo de 2012

Angustia (Stéphan Mallarmé)


Hoy no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia llena
de todos los pecados de un pueblo que te ama,
ni a alzar tormentas tristes en tu impura melena
bajo el tedio incurable que mi labio derrama.

Pido a tu lecho el sueño sin sueños ni tormentos
con que duermes después de tu engaño, extenuada,
tras el telón ignoto de los remordimientos,
tú que, más que los muertos, sabes lo que es la nada.

Porque el Vicio, royendo mi majestad innata,
con su esterilidad como a ti me ha marcado;
pero mientras tu seno sin compasión recata

un corazón que nada turba, yo huyo, deshecho,
pálido, por el lúgubre sudario obsesionado,
¡con terror de morir cuando voy solo al lecho!


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viernes, 11 de mayo de 2012

Poetas malditos: Stéphane Mallarmé


Nació en Paris, Francia el 18 de marzo de 1842 y murio en Valvins, Francia el 9 de Sepriembre de 1898.


Fue bautizado con el nombre Etienne Mallarmé. Al perder a su madre en 1849, fue tutelado por sus abuelos. La muerte de su hermana María lo marcó profundamente. Estudió el bachillerato en Sens. En 1862, tras conocer a una joven alemana, Maria Gerhard, dejó su empleo para vivir con ella en Londres, con la idea de prepararse para ser profesor de inglés.


Excluido del servicio militar en 1863, se casó en Londres con María el 10 de agosto y obtuvo su acreditación para enseñar inglés. En septiembre, fue nombrado jefe de estudios en el Instituto de Tournon; en 1866 la revista Parnasse Contemporain publicó diez poemas suyos; es un año que abre un periodo fundamental para él, porque durante una estancia en Cannes en casa de su amigo y corresponsal Eugène Lefébure empieza a dudar de sus convicciones estéticas primitivas; este periodo se cierra en 1869. Nombrado profesor en Besançon, comienza una correspondencia con Paul Verlaine. Consiguió el traslado al liceo de Aviñón y allí conoce el movimiento Félibrige y entabla amistad con sus poetas en lengua provenzal: Théodore Aubanel, Joseph Roumanille y Frédéric Mistral, con quienes además mantuvo correspondencia; en 1867 logra el ansiado traslado al liceo Fontanes de París y, establecido en la capital, abre un famoso salón o tertulia. En 1876 lo pinta Édouard Manet, el mismo año en que da a conocer su poema L'après-midi d'un faune. Por entonces frecuenta a los poetas parnasianos Leconte de Lisle y José María de Heredia. Investigó el uso de la tipografía libre y el espacio en blanco en la poesía y el verso libre en su poema más audaz, Un coup de dés jamais n'abolira le hasard (Una tirada de dados jamás derogará el azar), de 1897. Al año siguiente (8 de septiembre de 1898) sufrió un fatal espasmo faríngeo mientras trabajaba en su poema Herodías y pidió a su ayudante y a su hija que destruyeran sus escritos diciendo: «No hay herencia literaria ahí...». A la mañana siguiente, murió.


José Lezama Lima, poeta y escritor cubano estudioso y admirador de Mallarmé escribió: «...es, con Arthur Rimbaud, uno de los grandes centros de polarización poéticos, situado en el inicio de la poesía contemporánea y una de las aptitudes más enigmáticas y poderosas que existen en la historia de las imágenes. Sus páginas y el murmullo de sus timbres serán algún día alzados para ser leídos por los dioses».


En un principio la obra poética de Mallarmé muestra la huella de tres contemporáneos ilustres a los que reconoció como maestros: Théophile Gautier, Théodore de Banville y, sobre todo, Charles Baudelaire. Pero pronto soltó amarras y desarrolló una obra poética tan breve como ambiciosa. El oscuro y esteticista Mallarmé inició, en la segunda mitad del siglo XIX, una renovación de la poesía cuya influencia se siente hasta nuestros días y que acabaría por trascender el simbolismo inicial hacia una estética más ambiciosa, relacionada con cierto impresionismo y el orfismo que continuarían discípulos suyos como Rainer María Rilke o la poesía pura de Paul Valéry. Divulgó su nueva poética a través de la tertulia que mantenía en su casa, por ejemplo la introducción del verso libre y la construcción del poema alrededor de un símbolo central.


Fue uno de los pioneros del decadentismo francés. Dueño de una sintaxis experimental, cuyo hipérbaton mezclaba construcciones inglesas y latinas, y de un ritmo y vocabulario poco comunes, Mallarmé creó poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido proviene de las resonancias. En su poesía las sonoridades y los colores juegan un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras, lo cual hace su traducción realmente difícil. Según algunos autores, Mallarmé es el creador de un impresionismo literario (escribió que su intención era «pintar no la cosa, sino el efecto que produce», por lo cual el verso no debía componerse de palabras, sino de intenciones, y todas las palabras borrarse ante la sensación). Junto con otros poetas, tales como Arthur Rimbaud, fue incluido en el libro Los poetas malditos de Paul Verlaine.


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lunes, 7 de mayo de 2012

Historias del perfecto Caos: Ciudad Ramera


“Bajo el cielo azul; ratas van y ratas vienen ante los ojos de Dios”

La gran ciudad; esta, una gran selva de concreto. Con sus avenidas y calles, con sus parques, sus semáforos, sus autos, y su smog, con el sonido tan desagradable del claxon de los buses y el incansable ir y venir de sus grises sombras en el diario sobrevivir. Esta ciudad ramera; esta ciudad... ¡ciudad de mierda!.

El efecto adormecedor y retardante del aroma se me esta acabando; maldita sea, necesito mi mona, la necesito ¡ya!. Pero no, no tengo mucha sustancia así que debo guardarla lo más que pueda, además, debo por lo menos conseguir 50 pesos, debo explotar a estas flores y chicles algo de ese sucio dinero para evitar los golpes de mamá. La verdad no se como puedo caminar derecho, ¿será acaso qué tantas veces me han reventado la pierna a golpes que mis huesos ahora se han vuelto callos?

Y eso hace que ya ni duela... La gente pasa, y vuelve a pasar. Me viran sus ojos, me evitan... Al parecer soy parte del paisaje, parte de la cotidianidad, y están acostumbrados a ver y a vivir de mi presencia; así como yo vivo de su caridad, tan acostumbrados que me he vuelto invisible. Me llenan el alma de chicles, Me venden más flores, las mismas que no son más que desperdicios para hacerme sentir y demostrarme que mi vida no vale nada. Y yo veo que al cerrarme sus ventanas en sus lujosos autos no solo dejan de verme como si no estuviera ahí, también me matan, también me llenan de odio. ¡Maldita sea! Tengo hambre, mucha... el efecto del cemento de contacto que inhale al despertar se esfuma y yo caigo en cuenta que no he comido bien jamás en mi vida, claro como podría comer bien si jamás he comido como ellos 3 comidas al día, yo a duras penas 3, pero a la semana... y fue hace 2 días que me pude servir un pequeño plato de comida gracias a la caridad de la anciana del edificio de enfrente de la avenida donde realizo mis varios oficios... Esa dulce viejecita, esa mujer que odio, como todo, como a todos, porque solo lo hacen por sentirse útiles, las pocas veces que lo hacen; pero a la larga ¿a quién de verdad le importo? A alguien le vale que mi estomago este destruido ya que desde hace años que huelo cemento y ahora me duele cada vez que no estoy drogado, ahora, llega un punto del día en que me recuesto en la acera, sobrio, pero pareciendo drogado, emborrachado en los dolores, me acuesto en la acera a que la gente me mire con asco y temor por mi sucia cara y mis ropas manchadas, porque me ven haciendo muecas de dolor al escupir sangre.


El calor es insoportable, el hambre y el dolor también. Pero debo tratar de conseguir esos 50 pesos, debo vender chicles, rosas, llaveros, limpiar parabrisas, aguantar insultos, malos tratos y miradas. Sino mamá me golpeara hoy noche ya que no tendremos para un poco de comida, para mi cemento, ya que entonces me tocara salir por las noches a beber gasolina y soplar fuego para sacar algo de dinero, o tal vez tendré que tomar el cuchillo que encontré el otro día en las alcantarillas buscando comida entre la basura y tendré que apuñalar a alguien y quitarle todas sus cosas de valor; incluyendo su vida, para así poder yo sobrevivir.

Todos me miran, sin embargo nadie me ve... todos son indiferentes y los pocos que compran lo hacen sin importarles quien soy. ¿Quién soy...? Ni yo mismo lo se, he olvidado mi nombre, y solo estoy lleno de frustración, a veces alguien se acerca de la nada y me da un plato de comida, o unas vagas monedas que les sobraron, la mayoría son indiferentes como si estuvieran viendo a un animal en medio del bosque, algunos sin embargo me sonríen, y muy raras veces hay quien habla conmigo, es solo en esas veces que me siento como un ser humano y quisiera irme con ellos, a algún lugar mejor, despertar cada mañana en una cama, no cómoda, no fina, pero una cama al fin, y no con los gritos del cura al expulsarme a mi y a la banda de “drogadictos” como nos llama a mi y a mi familia que dormimos en el portal de la iglesia a ver si Dios se apiada de nosotros. Bañarme en una ducha de agua caliente en vez de en el agua de la pileta, desayunar un pan y un vaso de leche, en vez de una inhalada de mi mona, jugar con una pelota, en vez de con una bola de plástico y basura pegada con cinta adhesiva, estudiar, saber leer y escribir, en vez de tener que vender chicles y rosas en medio de los autos, de las avenidas de esta ciudad, en medio de la indiferencia, en vez de tener que venderme a mi y a mi pobreza, en vez de prostituirme, y comprarme un pedazo de nada, un prostituto pedazo de nada. Porque en esta ciudad todos somos rameras, todos nos vendemos y nos compramos.



Sin embargo soy dueño del mundo, soy dueño del desorden y de mi propio escape, y no pasare de los 14 años quizás, más ya que importa. El día por fin acaba, y mañana será otro día más; otro maldito día mas en que luchare en esta guerra sin tregua por un plato de comida, el estomago me ruge y tengo el sabor de la gasolina en mi boca, hoy toco hacer horas extra, al parecer me queme un poco pero eso ya no importa; tengo cosas más importantes de que preocuparme que de mi salud. Hoy no logre vender lo suficiente, hoy no llevo 50 pesos, y seguramente mamá estará histérica, después de un caluroso día en el que ella debe haber pasado sentada pidiendo caridad mientras nosotros trabajamos. Así que estará muy enojada, seguramente me romperá algún brazo o pierna; mejor, así puedo subirme a los buses con mi hermanita a pedir caridad para mi familia. Ya no importa, de verdad nada importa, porque yo, y miles mas somos solo sombras y fantasmas y a nadie le importamos.



Mi mona esta casi vacía, ¡hijos de puta!, los malditos de la otra esquina debieron haberme robado mi cemento y no les puedo reclamar, ellos han matado y han salido de prisión, ellos asaltan y roban, a todo el mundo sin distinción, tal vez algún día pueda unírmeles y tener algo de comer, mientras tanto me callo e inhalo lo ultimo que me queda de droga. ¡Ah! Que deliciosa sensación, sentir como entra en mi y me pasa el hambre, el frío y el dolor, como me olvido de todo al sentir que mis músculos están dormidos y ya nada me afecta, la realidad deja de ser tan cruel, la realidad en realidad desaparece y el tiempo pasa más lento, veo las ratas correr por las aceras y empiezo a caminar, descalzo por el pavimento de la gran ciudad, poco a poco se me unen otras ratas como yo en la travesía y ya no importa si al llegar al portal de la iglesia mi madre me espera con su paliza, solo me escapo en la silueta de un auto pasando a toda velocidad, esa luz, esa línea de luz que deja, siento como si fuera ella, y me escapo...


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domingo, 6 de mayo de 2012

Historias del perfecto Caos: Títere


“Colgando de las cuerdas, colgando de la realidad”

Dando un simple jalón a la soga el mecanismo se activa, se encienden palancas aceitadas y engranajes y poleas, los pesos bajan en completo silencio a la velocidad de un rayo y el telón; se abre. Una marioneta esta en escena, los brazos caídos y desparramados, las piernas flojas y perdidas en la nada, la cabeza gacha y con la mirada perdida en los maderos del suelo; unas mágicas cuerdas lo sostienen, lo manipulan, el títere es viejo; esta desgastado y derruido, sus ropajes bellos hace algún tiempo ahora solo son jirones de recuerdos y de anhelos esfumados, su rostro dibujado hace mucho y moldeado es tan solo ahora poco de lo que fue, sus ojos perdidos en la nada y su mirada triste, su majestuosidad perdida.

Manejando desde arriba, quien tiene poder tan solo se cuelga de la realidad. Un rostro ido, un amargo rostro desesperado, acelerado su cerebro por la cocaína, intentando escapar de si mismo a través del polvo blanco, a través de lo que siempre ha detestado, tratando de ser el titiritero de su propia vida en vez del titiritero de un muñeco olvidado y de ser títere de alguien más. A la larga ambos son iguales, títere y titiritero, ambos derruidos y aniquilados, ambos tristes y con el corazón viejo y cansado, el uno buscándose una excusa para ser humano, para querer serlo, y el otro inconsciente buscándose una excusa para ser basura y así conseguir su libertad, fuera de todo, ambos fuera de todo.



Usados, manipulados, bajo esas invisibles cuerdas abusados, sin rostros y a merced del espectáculo, sin sentimientos que reclamar, tan solo dados a los caprichos de los aplausos, hasta pasar de moda, hasta que la gente desee algo más, algo distinto y de repente todo se cae, la función acabo y la paga fue escasa, perdida e injusta, el títere es colocado en su caja junto a un corazón, las cuerdas y el cabestrillo que lo sujetan cubren su cara, su vieja cara. 

Esas sogas lo ahorcan y le evitan moverse por si mismo, ¡ya que! El títere no siente, no merece sentirlo, el muñeco es tan solo una pantomima y nada puede hacer ante el sonido de la pasta contra el espejo, un sonido más fuerte de lo común, unas lágrimas que brotan y el títere no puede hacer nada, un sonido largo, extremo y profundo, la nariz aspirando ese dulce néctar de la muerte a plazos, y el trago de whisky...




Minutos, minutos de estridente risa... “Ya ves querido nada, yo me cuelgo de los rieles, porque no me animo a manejarte, porque no manejo ni mi propio yo, ¡YO! Con desgano te muevo y te hago danzar, al compás de la música que no escucho ensimismado en mis pensamientos y recuerdos, perdiéndome en la nada, ya ves querido nada, ya ves; yo abuso de ti, por que tú, tú no tienes vida; porque la ética que no se aplicó en mi me retribuye en ti, los humanos somos así; es mas no todos merecen llamarse seres humanos, para serlo hay que ganárselo. Y en mí, olvidaron que las personas somos frágiles, más de lo que parecemos, que las personas nos quebramos y por eso no se debe jugar, porque partidos nos quedamos en pedazos, porque esos pedazos cortan otras vidas y lo que aún queda de las nuestras; nosotros, nosotros somos más tristes, nosotros que tenemos que inhalar nuestros sueños, nuestros recuerdos y anhelos; con este estúpido perfume de muerte lenta; dulce tortura, dulce misterio, ¡ya ves! Vivir para límites, para límites. En cambio tú, tú que nada eres, nada mueves y solo miras a través de tus vidriosos ojos a esta estúpida humanidad, tu no tienes vida, tu no sientes, no recuerdas y no sientes la traición, el odio, la ira correr por tus venas, no sientes este dolor.”



Magistral acto final, el titiritero que no es mas que un títere, da vueltas extasiado por el alcohol y la droga, y llora, sus desdichas, sus desgracias incontroladas, sus penas y sus pérdidas, cae de rodillas y empieza a vomitar y a toser, vomitar sangre, bilis y entrañas, toser flema negra de sus pulmones y la sangre también de su nariz, se convulsiona y destroza su lengua bajo sus dientes y sus espasmos musculares, su corazón se acelera y por primera vez se siente vivo a los pasos de la muerte vestida de blanco y rojo, en un charco de sus propias inmundicias, de su propia sangre, alguien muere, con los ojos vidriosos, viendo a los maderos del techo; mientras un títere no puede moverse y no siente nada.

La función ha terminado ya y el telón se cierra, hace tiempo que lo hizo, el telón se cerro y la obra dejo de serlo para ser real, en un mundo de mascaras donde no somos mas que pasajeros y efímeros, donde no somos eternos, donde los caminos nos manejan y nos manipulamos los unos a los otros; algunos se ahogan en sus miedos, otros lastiman sin querer conscientemente, y otros deciden morir lentamente, tan solo para ser reemplazados por nuevos titiriteros y ser sacados a rastras como animales, cubiertos por una sabana blanca quitándote la dignidad en nombre de la misma, olvidando tu rostro y tu existencia, juzgándote y encerrándote tres metros bajo tierra, somos un juguete en una caja, de ropajes viejos y de ojos vidriosos y raspados, somos tan solo algo para manejar, dejar perder y reemplazar, somos títeres, somos titiriteros, somos nada.



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sábado, 5 de mayo de 2012

Historias del perfecto Caos: Tristeza


"Ángeles caídos, demonios escondidos"

La habitación es metálicamente fría, ¡al extremo!; se abre en una basta extensión, más aún así sus paredes asemejan a una deprimente y desolada prisión donde la muerte recorre y manda a sus anchas. El pequeño cubículo, el pequeño profundo, frío y oscuro casillero esconde tras sus bisagras un cadáver. ¿Qué es lo que me impulsa a observarlo? La verdad es mi pasión, pasión por la muerte, pasión por esos inertes cuerpos, grises y perdidos en su seria paz.

Al manosear la bisagra y descubrir sus secretos una basta extensión cuadrática es expulsada, una tabla fría de metal, con olores a yodo y alcohol para preservar la muerte de la putrefacción, y una sabana blanca oculta y mata la identidad de una vida que se fue, quitándole su dignidad y su memoria, despojándolo de su ser. ¿Mi trabajo? Fabricar una mentira y hacerlo parecer sano; más las circunstancias de su muerte me dicen que este será difícil...


Fue encontrado en el piso de su habitación, hace días que no salía de ella, hace días que no se habían dejado de escuchar sus gemidos y llantos, desesperado en medio de la mata de fibras grises que formaban su alfombra, tan solo derramaba sus lagrimas y lloraba sus tristezas, profundas y aciagas. La mucosidad en su nariz se había acumulado y se derramaba de los orificios de la misma, la muerte se empezó a aproximar al poco tiempo, viendo sus ojos inflamados y a punto de reventar, las venas saltadas y las ojeras ya sin resistencia, ahogado en su propio llanto y en su propia mucosidad, esa tarde hace muchos días que no recibía visita habiendo sido olvidado, ese amigo, único amigo que se pregunto como estaría, si habría superado su pérdida. El solía ser una persona disfrazada de normal, una persona que solía reír a los chistes sin forma que dibujaban las carcajadas de las personas; pero por dentro era sensible y observador, lleno de preguntas, más aun así tranquilo y estable, con su vida en medio de una gran ciudad, la tristeza de repente invadió su alma y decidió escapar, camuflarse en la invisibilidad y ser olvidado, tenia un gran secreto, algo suyo que se esfumo por el mismo secretismo; y entonces cuando se fue, como las aves a la mañana o el extinto rocío del medio día, el se acurruco en la alfombra de su habitación y lloro, lloro tanto que su llanto lo empapo y lo seco, que sus mocos lo ahogaron y el cayo inconsciente, tras varios días, por fin, alguien pareció acordarse de él y llamó a su puerta, al no recibir respuesta la forzó, y entró.


Se topó con el cuadro más patético y cobarde, con un remedo de ser humano inconsciente mas con los ojos abiertos de par en par, con los ojos hinchados y achinados y su rostro cubierto de esa masa verde y blancuzca de sus jugos corporales, enseguida se estremeció y dejando de lado el asco lo tomo entre sus brazos e intentó descubrir si aún vivía, descubrió un tenue pulso y un leve respiro. Se apresuró a llamar a los paramédicos quienes lo trasladaron en completo shock al hospital, debían intervenir y sacar todo aquello tragado de sus entrañas para poder salvarle la vida.

Rasgando sus ropas para tratar de mantener el pulso, el latido de ese débil corazón, fue internado. Y en medio del intento algo sucedió, al parecer él quería morir, él se encontraba sin nada por lo que vivir, pero quería morir dejando huella, dejando miedo y asombro, dejando una leyenda. Al primer rasguño del bisturí en su piel; se estremeció y emitió un pronunciado grito silencioso, esos inyectados ojos de sangre se abrieron de par en par, y su piel se contrajo; su cuerpo empezó a flotar... En medio del quirófano, ¡su cuerpo empezó a flotar!, sus venas saltaron y sus poros, uno a uno se expandieron lenta y plausiblemente, pequeñas, diminutas gotas de sangre empezaron a emanar y a salpicar la habitación y como si se tratase de una autopsia su pecho se abrió en dos inundando toda la sala de ese líquido color
magenta salido de sus entrañas, su sangre había salpicado cada uno de los rostros y cada poro y vena de su piel ahora teñían de horror la escena, paredes, instrumentos, mesas de operaciones, enfermeras y hasta la ventanilla de la puerta del quirófano, todo se asemejaba a un matadero de animales donde la sangre es un común. De su espalda diminutas heridas cuál bocas se abrieron y se extendieron unas diminutas deformaciones engrasadas y partidas, un remedo de alas rotas salidas de alguna perversión maquiavélica, y así con los ojos abiertos, sin un nombre, con sus alas rotas al descubierto, su cuerpo cubierto de puntos carmesíes y las venas saltadas y habiendo marcado las memorias de algunos, y una sala de rojo y de muerte dantesca este cadáver que dispongo a maquillar para que reciba un digno entierro no es gris mortuorio, es rosa, como si aún estuviera vivo. Y puedo ver su expresión de satisfacción, sus ojos secos y arrugados, como pasas, sus venas saltadas y como si fuera alguna enfermedad dérmica todos sus poros con pequeñas gotitas de sangre; a su espalda esas cosas, esas deformaciones tan metálicas como la mesa en la que esta tendido que tendré que cortar y seguramente serán enviadas al deshuesadero, y puedo ver que no hay paz, hay demencia.


¿Yo qué pienso? Que no era humano, sino como explicar esos remedos de alas, yo creo que tan solo vivió para adaptarse y descubrió algo por lo que vivir, y ese algo (o alguien) fuera lo que fuese tan solo partió en busca de nuevas experiencias egoístas de vida y él, él fue incapaz de ver que a todos nos pasa, que todos somos usados, y decidió llorar y morir como en un cuento de Allan Poe, como una momia seca; para dejar una huella, para ser mas que un recuerdo, para ser una memoria, para ser algo que contaré a mis hijos, y ellos a sus nietos en una fría noche alrededor de un fuego contando historias de terror. Pues bien, le daré gusto y hoy noche antes de hacer el amor con la persona que amo, le contare la extraña historia de aquel que murió de tanto llorar, que murió de tristeza.


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