sábado, 5 de mayo de 2012

Historias del perfecto Caos: Tristeza


"Ángeles caídos, demonios escondidos"

La habitación es metálicamente fría, ¡al extremo!; se abre en una basta extensión, más aún así sus paredes asemejan a una deprimente y desolada prisión donde la muerte recorre y manda a sus anchas. El pequeño cubículo, el pequeño profundo, frío y oscuro casillero esconde tras sus bisagras un cadáver. ¿Qué es lo que me impulsa a observarlo? La verdad es mi pasión, pasión por la muerte, pasión por esos inertes cuerpos, grises y perdidos en su seria paz.

Al manosear la bisagra y descubrir sus secretos una basta extensión cuadrática es expulsada, una tabla fría de metal, con olores a yodo y alcohol para preservar la muerte de la putrefacción, y una sabana blanca oculta y mata la identidad de una vida que se fue, quitándole su dignidad y su memoria, despojándolo de su ser. ¿Mi trabajo? Fabricar una mentira y hacerlo parecer sano; más las circunstancias de su muerte me dicen que este será difícil...


Fue encontrado en el piso de su habitación, hace días que no salía de ella, hace días que no se habían dejado de escuchar sus gemidos y llantos, desesperado en medio de la mata de fibras grises que formaban su alfombra, tan solo derramaba sus lagrimas y lloraba sus tristezas, profundas y aciagas. La mucosidad en su nariz se había acumulado y se derramaba de los orificios de la misma, la muerte se empezó a aproximar al poco tiempo, viendo sus ojos inflamados y a punto de reventar, las venas saltadas y las ojeras ya sin resistencia, ahogado en su propio llanto y en su propia mucosidad, esa tarde hace muchos días que no recibía visita habiendo sido olvidado, ese amigo, único amigo que se pregunto como estaría, si habría superado su pérdida. El solía ser una persona disfrazada de normal, una persona que solía reír a los chistes sin forma que dibujaban las carcajadas de las personas; pero por dentro era sensible y observador, lleno de preguntas, más aun así tranquilo y estable, con su vida en medio de una gran ciudad, la tristeza de repente invadió su alma y decidió escapar, camuflarse en la invisibilidad y ser olvidado, tenia un gran secreto, algo suyo que se esfumo por el mismo secretismo; y entonces cuando se fue, como las aves a la mañana o el extinto rocío del medio día, el se acurruco en la alfombra de su habitación y lloro, lloro tanto que su llanto lo empapo y lo seco, que sus mocos lo ahogaron y el cayo inconsciente, tras varios días, por fin, alguien pareció acordarse de él y llamó a su puerta, al no recibir respuesta la forzó, y entró.


Se topó con el cuadro más patético y cobarde, con un remedo de ser humano inconsciente mas con los ojos abiertos de par en par, con los ojos hinchados y achinados y su rostro cubierto de esa masa verde y blancuzca de sus jugos corporales, enseguida se estremeció y dejando de lado el asco lo tomo entre sus brazos e intentó descubrir si aún vivía, descubrió un tenue pulso y un leve respiro. Se apresuró a llamar a los paramédicos quienes lo trasladaron en completo shock al hospital, debían intervenir y sacar todo aquello tragado de sus entrañas para poder salvarle la vida.

Rasgando sus ropas para tratar de mantener el pulso, el latido de ese débil corazón, fue internado. Y en medio del intento algo sucedió, al parecer él quería morir, él se encontraba sin nada por lo que vivir, pero quería morir dejando huella, dejando miedo y asombro, dejando una leyenda. Al primer rasguño del bisturí en su piel; se estremeció y emitió un pronunciado grito silencioso, esos inyectados ojos de sangre se abrieron de par en par, y su piel se contrajo; su cuerpo empezó a flotar... En medio del quirófano, ¡su cuerpo empezó a flotar!, sus venas saltaron y sus poros, uno a uno se expandieron lenta y plausiblemente, pequeñas, diminutas gotas de sangre empezaron a emanar y a salpicar la habitación y como si se tratase de una autopsia su pecho se abrió en dos inundando toda la sala de ese líquido color
magenta salido de sus entrañas, su sangre había salpicado cada uno de los rostros y cada poro y vena de su piel ahora teñían de horror la escena, paredes, instrumentos, mesas de operaciones, enfermeras y hasta la ventanilla de la puerta del quirófano, todo se asemejaba a un matadero de animales donde la sangre es un común. De su espalda diminutas heridas cuál bocas se abrieron y se extendieron unas diminutas deformaciones engrasadas y partidas, un remedo de alas rotas salidas de alguna perversión maquiavélica, y así con los ojos abiertos, sin un nombre, con sus alas rotas al descubierto, su cuerpo cubierto de puntos carmesíes y las venas saltadas y habiendo marcado las memorias de algunos, y una sala de rojo y de muerte dantesca este cadáver que dispongo a maquillar para que reciba un digno entierro no es gris mortuorio, es rosa, como si aún estuviera vivo. Y puedo ver su expresión de satisfacción, sus ojos secos y arrugados, como pasas, sus venas saltadas y como si fuera alguna enfermedad dérmica todos sus poros con pequeñas gotitas de sangre; a su espalda esas cosas, esas deformaciones tan metálicas como la mesa en la que esta tendido que tendré que cortar y seguramente serán enviadas al deshuesadero, y puedo ver que no hay paz, hay demencia.


¿Yo qué pienso? Que no era humano, sino como explicar esos remedos de alas, yo creo que tan solo vivió para adaptarse y descubrió algo por lo que vivir, y ese algo (o alguien) fuera lo que fuese tan solo partió en busca de nuevas experiencias egoístas de vida y él, él fue incapaz de ver que a todos nos pasa, que todos somos usados, y decidió llorar y morir como en un cuento de Allan Poe, como una momia seca; para dejar una huella, para ser mas que un recuerdo, para ser una memoria, para ser algo que contaré a mis hijos, y ellos a sus nietos en una fría noche alrededor de un fuego contando historias de terror. Pues bien, le daré gusto y hoy noche antes de hacer el amor con la persona que amo, le contare la extraña historia de aquel que murió de tanto llorar, que murió de tristeza.


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3 comentarios:

  1. Fer, escribeme, perdí tu número, disculpame.
    te extraño.

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  2. El pasado siempre nos complementará, es una forma de demostrar el porqué somos como somos. No es posible desecharlo ni despreciarlo, simplemente es el reflejo de nuestro ahora.
    Y muy ahora estás aquí.
    No tomes la distancia como negativa, solo es cuestión de espacio y forma.
    Yo también extraño hablar.

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  3. ¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
    El rumbo de tu corazón.
    Sólo aquello que eres has de ser
    Y aquello que no eres, no.
    Así, en el mundo, tu modo sutil,
    Tu gracia, tu bellísimo ser,
    Serán objeto de elogio sin fin
    Y el amor... un sencillo deber.

    ***

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