lunes, 23 de abril de 2012

Hundo mis botas de fuego


Hundo mis botas de fuego
en el barro de tu estimulo
cubro tu cara de cera
con aire de discípulo

intento respirarte
como emanación de arte
y brota de mi negro círculo
que troza mis partes
y traza mis símbolos...

No puedo odiarte y no obstante
mereces todo el rencor
de mi alma casquivana
adormecida de hedor...

hedor, sopor, transitorio...
eterno cáliz de plata
maldito supositorio
que corroes mis entrañas...

No puedo amarte y no obstante
mereces todo mi amor

blasfema palabra; licor
se derrama en tu artimaña...

Quisiera cegar mis sentidos
quisiera mi piel mutilar
encadenarte a mi altar
y sepultarte en residuos
entre las flores del mal...
entre gritos de Justine
bajo el sagaz Juvenal
mezclada con aquel Príncipe
que Maquiavelo osó dar...

¡Malditas sean mis venas
y malditos tus recuerdos!

¡Maldita sea la tarde
en que despertaste al suelo!

¡Malditos sean los dioses
y maldito por siempre el cielo
que te arrojó de las cumbres
para masajear mi duelo....!

¿Por que espejo mío el infierno
por qué esos dedos crispados
y esa risa poderosa?

¿Por qué tanto negro y tan dulce
porque tanta muerte y tan cándida
por qué mi sudor se destapa
para enfriarse en tu calma?

¿Por qué es que desea mi alma
o como quieras llamarla
volar hacia lagos profundos
y jamás ser encontrada?

¿Por qué resultaste existir
y por qué es que el precio es tan alto
por que debo ser feliz
estando a tu lado...
y lejos pobre maíz
ante el sol desgranado...?

No soporto las miradas
de imbéciles a tu piel
menos aún los rastros
de las manos que profanas
se hundieron entre tu miel...

Matarlos es mi destino
mutilar dedos, caricias..
sellar todos aquellos rastros
con la sangre de mi risa.

Apresarte luego en mi celda
encadenarte a lo eterno
bella por siempre, por siempre mía
como cuervo en un entierro...

Sin sangre, puro tu cuerpo
solo mis manos, tu cuello...

lucirás por siempre hermosa
por siempre hermoso tu cuerpo...

hermoso, exclusivo y mío,
monopolio de los huesos
entre gusanos que rompan
a patadas lo que no importa
entre ratas que vomiten
a latigazos lo efímero...

tu cabello también será mío
por siempre y yo cual un niño
jugaré a cambiarte la ropa

putrefacta de humores
sueros malignos y olores
de corrupción y de muerte
solo gratos a mis sentidos
ellos huirán poseídos
correrán despavoridos
jamás desearán de nuevo
la superficie siniestra
de tu persona que a cuestas
debí cargar yo, reprimido...

Como un ángel siempre dormido
como una fugaz estrella
perdida en inmenso olvido
para tierra y firmamento
silenciosa y fría
esplendorosa y mía

y muerta... y muerta...


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