“Colgando de las cuerdas, colgando de la realidad”
Dando un simple jalón a la soga el mecanismo se activa, se encienden palancas aceitadas y engranajes y poleas, los pesos bajan en completo silencio a la velocidad de un rayo y el telón; se abre. Una marioneta esta en escena, los brazos caídos y desparramados, las piernas flojas y perdidas en la nada, la cabeza gacha y con la mirada perdida en los maderos del suelo; unas mágicas cuerdas lo sostienen, lo manipulan, el títere es viejo; esta desgastado y derruido, sus ropajes bellos hace algún tiempo ahora solo son jirones de recuerdos y de anhelos esfumados, su rostro dibujado hace mucho y moldeado es tan solo ahora poco de lo que fue, sus ojos perdidos en la nada y su mirada triste, su majestuosidad perdida.
Manejando desde arriba, quien tiene poder tan solo se cuelga de la realidad. Un rostro ido, un amargo rostro desesperado, acelerado su cerebro por la cocaína, intentando escapar de si mismo a través del polvo blanco, a través de lo que siempre ha detestado, tratando de ser el titiritero de su propia vida en vez del titiritero de un muñeco olvidado y de ser títere de alguien más. A la larga ambos son iguales, títere y titiritero, ambos derruidos y aniquilados, ambos tristes y con el corazón viejo y cansado, el uno buscándose una excusa para ser humano, para querer serlo, y el otro inconsciente buscándose una excusa para ser basura y así conseguir su libertad, fuera de todo, ambos fuera de todo.
Usados, manipulados, bajo esas invisibles cuerdas abusados, sin rostros y a merced del espectáculo, sin sentimientos que reclamar, tan solo dados a los caprichos de los aplausos, hasta pasar de moda, hasta que la gente desee algo más, algo distinto y de repente todo se cae, la función acabo y la paga fue escasa, perdida e injusta, el títere es colocado en su caja junto a un corazón, las cuerdas y el cabestrillo que lo sujetan cubren su cara, su vieja cara.
Esas sogas lo ahorcan y le evitan moverse por si mismo, ¡ya que! El títere no siente, no merece sentirlo, el muñeco es tan solo una pantomima y nada puede hacer ante el sonido de la pasta contra el espejo, un sonido más fuerte de lo común, unas lágrimas que brotan y el títere no puede hacer nada, un sonido largo, extremo y profundo, la nariz aspirando ese dulce néctar de la muerte a plazos, y el trago de whisky...
Minutos, minutos de estridente risa... “Ya ves querido nada, yo me cuelgo de los rieles, porque no me animo a manejarte, porque no manejo ni mi propio yo, ¡YO! Con desgano te muevo y te hago danzar, al compás de la música que no escucho ensimismado en mis pensamientos y recuerdos, perdiéndome en la nada, ya ves querido nada, ya ves; yo abuso de ti, por que tú, tú no tienes vida; porque la ética que no se aplicó en mi me retribuye en ti, los humanos somos así; es mas no todos merecen llamarse seres humanos, para serlo hay que ganárselo. Y en mí, olvidaron que las personas somos frágiles, más de lo que parecemos, que las personas nos quebramos y por eso no se debe jugar, porque partidos nos quedamos en pedazos, porque esos pedazos cortan otras vidas y lo que aún queda de las nuestras; nosotros, nosotros somos más tristes, nosotros que tenemos que inhalar nuestros sueños, nuestros recuerdos y anhelos; con este estúpido perfume de muerte lenta; dulce tortura, dulce misterio, ¡ya ves! Vivir para límites, para límites. En cambio tú, tú que nada eres, nada mueves y solo miras a través de tus vidriosos ojos a esta estúpida humanidad, tu no tienes vida, tu no sientes, no recuerdas y no sientes la traición, el odio, la ira correr por tus venas, no sientes este dolor.”
Magistral acto final, el titiritero que no es mas que un títere, da vueltas extasiado por el alcohol y la droga, y llora, sus desdichas, sus desgracias incontroladas, sus penas y sus pérdidas, cae de rodillas y empieza a vomitar y a toser, vomitar sangre, bilis y entrañas, toser flema negra de sus pulmones y la sangre también de su nariz, se convulsiona y destroza su lengua bajo sus dientes y sus espasmos musculares, su corazón se acelera y por primera vez se siente vivo a los pasos de la muerte vestida de blanco y rojo, en un charco de sus propias inmundicias, de su propia sangre, alguien muere, con los ojos vidriosos, viendo a los maderos del techo; mientras un títere no puede moverse y no siente nada.
La función ha terminado ya y el telón se cierra, hace tiempo que lo hizo, el telón se cerro y la obra dejo de serlo para ser real, en un mundo de mascaras donde no somos mas que pasajeros y efímeros, donde no somos eternos, donde los caminos nos manejan y nos manipulamos los unos a los otros; algunos se ahogan en sus miedos, otros lastiman sin querer conscientemente, y otros deciden morir lentamente, tan solo para ser reemplazados por nuevos titiriteros y ser sacados a rastras como animales, cubiertos por una sabana blanca quitándote la dignidad en nombre de la misma, olvidando tu rostro y tu existencia, juzgándote y encerrándote tres metros bajo tierra, somos un juguete en una caja, de ropajes viejos y de ojos vidriosos y raspados, somos tan solo algo para manejar, dejar perder y reemplazar, somos títeres, somos titiriteros, somos nada.